Llega la primavera y por tanto las alergias comienzan a despertar y hacernos la vida un poco más insufrible. Las alergias primaverales son el pan nuestro de cada año y las personas que las sufren temen la llegada de la primavera por todo lo que ello supone. Aunque existen diversos tratamientos y rutinas para evitar las posibles reacciones alérgicas, es en esta época cuando las barreras contra la alergia se deben reforzar para evitar los molestos síntomas que tanto alteran la vida normal de muchas personas.
En esta época la alergia más habitual es la alergia al polen ya que en la primavera la naturaleza aprovecha la oportunidad de reproducirse. La alergia al polen que tiene un fuerte componente hereditario y que tiene a remitir a partir de los 40 años, está muy ligada a la rinitis alérgica la cual se basa en picores e irritación en los ojos, estornudos, lagrimeo y molestias en el paladar o la faringe. Los tratamientos con antihistamínicos son habituales pero a veces la prevención es la mejor aliada en estas lides.
Lo más habitual es evitar las zonas pobladas con vegetación y en especial las especies como el olmo, el roble, el olivo o el platanero, amén de cualquier planta con flores muy activas. En verano incluso debemos evitar el contacto con las gramíneas. Aunque no se suelen dar casos de alergias muy fuertes al polen, siempre es mejor evitar el contacto con las plantas en la época de floración ya que los síntomas son muy incomodos y desagradables.
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